terça-feira, 17 de março de 2009

A ORAÇÃO DE JESUS OU ORAÇÃO DO CORAÇÃO: "SENHOR JESUS CRISTO,FILHO DE DEUS, TEM PIEDADE DE MIM PECADOR"



"Senhor Jesus Cristo, Filho de Deus, tem piedade de mim pecador".


A "Oração de Jesus ou "Oração do Coração" é talvez, a mais simples e singela de todas as orações. Ela é bastante conhecida e pronunciada nos meios em que se prega a oração e trata-se de um precioso presente que se recebe no coração, como um beijo de despertar. Ali ela permanece inerte, até chegada a hora de ser praticada continuamente, abrindo uma nova perspectiva dentro do coração e da alma do ser humano. A "Oração de Jesus ou do Coração" é centralizada no Nome Divino, podendo apresentar algumas alterações nas palavras que a compõem, pois o poder está no nome de Jesus; deste modo o nome "Jesus", por si só, pode satisfazer todas as necessidades de quem ora.

A oração retrocede ao Novo Testamento e tem tido um uso contínuo e tradicional. O método de contemplação baseado no Nome Divino é atribuído a São Simeão, chamado de "O Novo Teólogo" (949-1022). Aos 14 anos, São Simeão teve uma visão da Luz Divina, na qual parecia estar separado de seu corpo. Pasmo, e dominado por uma alegria sufocante, sentiu uma humildade que lhe consumia, e chorou, tomando emprestada a oração do Publicano: "Meu Deus, tem piedade de mim, pecador" (Lucas 18:13). Muito tempo depois desta visão, a grande alegria retornava a São Simeão cada vez que ele repetia a Oração; São Simeão ensinou a seus discípulos a orarem da mesma forma. A Oração evoluiu para sua forma expandida: "Senhor Jesus Cristo, Filho de Deus, tem piedade de mim pecador".


Sob esta aparência ela chegou até nós através de gerações de monges e leigos piedosos. A invocação do Nome Divino, é usado mais comumente na Santa Igreja Ortodoxa, mas também é utilizada por Católicos Romanos e Anglicanos, embora em menor grau. Nos montes Sinai e Atos os monges produziram um sistema completo de contemplação baseado nesta simples e poderosa oração, pratica em absoluto silêncio. Estes monges vieram a ser conhecidos como "Quietistas" (em grego: "Hesicastas").

São Gregório Palamas (1296-1359), o último dos grandes Padres da Igreja, tornou-se o expoente dos Hesicastas. Ele conquistou, depois de muita luta, um lugar irrefutável dentro da Igreja para a Oração de Jesus, e os Quietistas. No século XVIII quando o Czarismo dificultou o monasticismo na Santa Rússia, e os Turcos covardemente esmagaram a Ortodoxia como um holocausto na Grécia, o monastério de Neamtzu na Moldávia (Romênia) se tornou um dos grandes centros para a Oração de Jesus.


A oração é considerada essencialmente espiritual por ser focada completamente em Jesus: todos os pensamentos, esforços, esperança, fé e amor são derramados em devoção ao Deus Filho. Cumpre dois preceitos básicos do Novo Testamento. No primeiro, Jesus diz: "Em verdade, em verdade vos digo: o que pedires ao Pai, Ele vos dará em meu nome. Até agora, nada pedistes em meu nome; pedi e recebereis, para que a vossa alegria seja completa" (João 16:23, 24). No segundo preceito temos a súplica de São Paulo para orar sem cessar, (1 Tess. 5:17). Mais adiante temos as instruções de Jesus sobre como orar (fornecidas por Ele próprio quando ensinou o Pai Nosso aos seus discípulos): "Tu, porém, quando orares, entra no teu quarto e, fechando tua porta, ora ao teu Pai que está lá, no segredo; e o teu Pai, que vê no segredo, te recompensará". (Mateus 6:6).


Hay un tipo de oración privada, ampliamente usada en Occidente, desde el tiempo de la Contra Reforma, la cual nunca ha sido una característica de la espiritualidad Ortodoxa: la 'Meditación' formal, hecha de acuerdo a un 'Método' - el Ignaciano, el Sulpiciano, el Salesiano, o algún otro. Los Ortodoxos son alentados a leer la Biblia o a los Padres, despacio, meditándolos, pero tal ejercicio, aún cuando es, en su conjunto, excelente, no se considera que constituya una oración, ni ha sido sistematizado y reducido a 'Método'.


A Oração deJesus ou Oração do Coração.
Se recomienda que cada quien lea como le sea de más ayuda.Pero, aún cuando los Ortodoxos no practican la Meditación basada en un método, hay otro tipo de oración personal que, durante muchos siglos, ha jugado una parte, extraordinariamente, importante en la vida de la Ortodoxia: la Oración de Jesús: "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten Misericordia de mi, pecador".


Ya que algunas veces se ha dicho que los Ortodoxos no prestamos suficiente atención a la Persona del Cristo Encarnado, vale la pena señalar que ésta, seguramente, la más clásica de todas las oraciones Ortodoxas, es, esencialmente, una oración centrada en Cristo, una oración dirigida y concentrada en el Señor Jesús. Aquéllos que se criaron en la tradición de la Oración de Jesús, no les es permitido, nunca, ni por un momento, olvidar al Cristo Encarnado.

A Oração deJesus ou Oração do Coração.
Para ayudarse en el rezo de esta oración, muchos Ortodoxos utilizan un Rosario, algo diferente a la estructura del Rosario occidental. Un Rosario Ortodoxo es, a menudo, hecho de lana, para que, a diferencia de las cuentas, no haga ruido.La Oración de Jesús es una oración de maravillosa versatilidad. Es una oración para principiantes, pero, igualmente, es una oración que conduce a los misterios más profundos de la vida contemplativa. Puede ser usado por cualquiera, en cualquier tiempo, en cualquier lugar, ya sea mientras se está esperando en filas, caminando, viajando en camiones o trenes, en el trabajo, cuando no se puede dormir por las noches, o en tiempos de particular ansiedad, cuando es imposible concentrarse en otra clase de oración.

Pero, aún cuando cada Cristiano puede usar la Oración de Jesús, en diversos momentos, de esta manera, es totalmente diferente el recitarlo, más o menos, continuamente, y siguiendo los ejercicios físicos que están asociados a él. Los escritores espirituales Ortodoxos insisten en que aquéllos que usan la Oración de Jesús, sistemáticamente, deben, si es posible, colocarse bajo la guía de un director experimentado, y no hacer nada por su propia iniciativa.Para algunos, llega el tiempo, en el que la Oración de Jesús 'entra al corazón', y ya no es recitada por un esfuerzo deliberado, sino que ésta se recita a sí misma, espontáneamente, continuando, incluso, cuando un hombre habla o escribe, está presente en sus sueños, y lo levanta por las mañanas.


En las palabras de San Isaac, el Sirio: "Cuando el Espíritu habita en un hombre, él no cesa de orar, porque el Espíritu, constantemente, orará en él. Entonces, la oración no se cesará de su alma, ni cuando duerme, ni cuando se despierta, sino que cuando come y cuando bebe, cuando se sienta o cuando hace cualquier trabajo, incluso cuando está sumido en el sueño, los perfumes de la oración se derramarán en su corazón, espontáneamente". (Tratados Místicos, editados por Wensinck, p. 174).

Los Ortodoxos creen que el Poder de Dios está presente en el Nombre de Jesús, por lo que la invocación de este Nombre Divino actúa "como una señal real de la Acción de Dios, como una especie de Sacramento" (Un Monje de la Iglesia de Oriente, La Oración de Jesús, Chevetogne, 1952, p. 87). "El Nombre de Jesús, Presente en el corazón humano, le comunica el Poder de la deificación... Brillando a través del corazón, la Luz del Nombre de Jesús ilumina todo el universo". (S. Bulgakov, La Iglesia Ortodoxa, págs. 170-171).


Tanto para aquéllos que lo recitan, continuamente, como para aquéllos, quienes sólo lo emplean, ocasionalmente, la Oración de Jesús ha demostrado ser una gran fuente de seguridad y alegría. Citando El Camino del Peregrino: "Y así es cómo hago ahora, y repito, incesantemente, la Oración de Jesús, la cual es más preciosa y dulce para mí, que nada en el mundo. A veces, camino hasta 43 o 44 millas al día, y no siento, para nada, que estoy caminando. Únicamente, estoy consciente del hecho de que voy diciendo mi Oración. Cuando el amargo frío me penetra, empiezo mi Oración, con más fuerza, y, rápidamente, entro en calor. Cuando el hambre empieza a dominarme, llamo, más a menudo, el Nombre de Jesús y olvido mi deseo de alimento. Cuando me enfermo y tengo reumatismo en mi espalda y piernas, fijo mis pensamientos en la Oración y ya no siento el dolor. Si alguien, me daña, sólo tengo que pensar: '¡Qué dulce es la Oración de Jesús!' y, tanto las heridas, como el enojo, pasan y olvido todo... Doy gracias a Dios, porque ahora entiendo el significado de aquellas palabras que escuché en la Epístola: 'Oren sin cesar' (1 Tesalonicenses 5,17)"
Publicado por Hieromonje Macario