terça-feira, 23 de março de 2010

MARTES DE PASIÓN

Martes después de la Dominica de Pasión
Estación en San Ciriaco en las termas de Diocleciano

El introito procede del salmo 26: "Aguarda al Señor y obra con valor; para que tu corazón sea confortado: espera en Dios". No son, ciertamente, iguales todos los tiempos, pero Dios coordina circunstancias muy diversas, y hasta opuestas, haciéndolas servir para la consecución de sus fines: la magnificencia de la divina providencia resplandece principalmente en el partido que sabe sacar para realizar sus planes, valiéndose precisamente de acontecimientos que de suyo parecían obstáculos insuperables. "Hay tiempo para edificar, dice el Espíritu Santo en el Libro de Cohelet, y tiempo para destruir: tiempo para amar y tiempo para odiar, tiempo para llorar y tiempo para reir". Cada cosa tiene su tiempo, por eso conviene estar sobre aviso, para que cuando lleguen los momentos aciagos de la vida permanezcamos firmes esperando siempre en Dios, en quien reside el poder, según frase del Profeta, para llevar hasta las puertas del sheol y para luego sacar de aquel lugar.
El episodio de Daniel en medio de los leones (Dan. XIV, 27-42) se reprodujo mucho en las paredes de las Catacumbas, y por lo tanto debía ser muy familiar a los cristianos de los primeros siglos. Una de esas magníficas reproducciones, perteneciente a la primera mitad del siglo II, se halla en Priscila dentro de la capilla llamada griega. La elección de tal lectura para este día tal vez la hayan sugerido las legendarias tradiciones sobre San Ciriaco, según las cuales habría ejercido primeramente su apostolado, como David, en la corte persa Sapor, después de lo cual le habría inflingido la pena de muerte por la Fe Diocleciano, a quien un pintor del siglo IV comparó con Nabucodonosor, según aparece en la cripta del mártir Crescención, en el mismo cementerio de Priscila.
Daniel en el foso de los leones es figura de la primitiva Iglesia perseguida por la sociedad en pleno de aquellos tiempos, cuya ley tenía por misión el dar cumplimiento a este sanguinario decreto: non licet esse vos. Pero la Iglesia lo mismo que Daniel, alzó los brazos a Dios, y aun más el corazón, por eso no le faltó el divino auxilio, como nunca falta a los que en Dios confían.
Es preciso no obstante imitar la tranquilidad de Daniel en bajar al foso de los leones, siempre que sea del agrado del Señor, y como él esperar confiado a que llegue la hora de la misericordia divina, puesto que no son la stribulaciones las que dañan el alma, sino la inquietud.
* Beato Cardenal Schuster

fonte:Santa Maria Reina