domingo, 30 de maio de 2010

Beatificada la madre Pierina, una vida de oración por la santificación de los sacerdotes

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Domingo, 30 may (RV).- Este domingo 30 de mayo, solemnidad de la Santísima Trinidad, fue beatificada en la basílica de Santa María la Mayor de Roma, a las 10 de la mañana, la madre Pierina de Micheli, hija de la Congregación de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires. Nacida en Milán, en 1890, con el nombre de Giuseppina, hija de una familia numerosa y humilde, vivió en su ciudad natal y en Roma una vida breve pero intensa en la fe.
En la misa de beatificación, presidida por monseñor Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, participaron miles de fieles, muchos de ellos provenientes de Argentina y otros países de Suramérica. En su homilía, el prelado vaticano puso de relieve que la beatificación de la madre Pierina ha tenido lugar en el día en que celebramos la Fiesta de la Santísima Trinidad, que no es sólo la revelación del misterio de Dios como comunión de caridad sino la manifestación de la gran dignidad del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios Trinidad.
Por lo tanto afirmó monseñor Amato, todo ser humano tiene un sello trinitario como hijo del Padre celeste, hermano de Jesucristo y templo del Espíritu Santo. Un esplendor trinitario que es mayormente visible en los santos, en los que se refleja la multiforme sabiduría de Dios y en los que se manifiesta el Espíritu Santo, el espíritu de verdad, para guiarlos a la verdad plena. Los santos son los auténticos evangelizadores de la humanidad porque en ellos hay armonía entre la palabra leída, escuchada, meditada y vivida. 
Es en este contexto donde se ubica la beatificación de la Sierva de Dios María Pierina de Micheli, explicó el prefecto de la congregación para la causa de los santos, “una criatura trinitaria, plasmada por la misericordia del padre, redimida por el Hijo Crucificado y enriquecida por la gracia del Espíritu de santidad”.
Monseñor Amato hizo una breve biografía de la nueva beata en la que destacó en particular el espíritu de independencia y de libertad que la acompañó en la infancia y en la adolescencia y que incluso, en un momento de su vida hizo que se revelara contra el llamado del Señor por temor a perderlas, al punto de hacer una novena para “perder la vocación”. No obstante, Jesús la atraía cada vez más, y al final la joven Pierina decide pronunciar el “si” de su consagración religiosa.

En la carta apostólica de beatificación, el Papa Benedicto XVI, coloca tres característica de la santidad de Pierina, que monseñor Amato enumeró: la piedad mariana, la devoción al Santo Rostro de Jesús Crucificado y la entrega de su vida de oración y sufrimiento por la santificación de los sacerdotes. 

En primer lugar, perteneciendo a una congregación mariana, la devoción a la Inmaculada es un aspecto característico de su espiritualidad, al punto que el último día de mayo de 1938, la madre Pierina vio que la Inmaculada tenía entre sus manos un escapulario con la imagen del Rostro Santo por una parte, y una ostia radiante en la otra. La beta virgen le dijo que el escapulario es un arma de defensa y una prenda de amor y de misericordia que Jesús da al mundo. Un mes después de esta visión, la beata expresa a su padre espiritual el deseo de imprimir en su pecho el Rostro de Jesús Crucificado. Desde entones, en lugar de un crucifico llevaba la esfinge del Santo Rostro.

La tercera característica de la espiritualidad de la beata Pierina Michelli fue su deseo de ofrecer la propia vida de oración y sufrimiento por la santificación de los sacerdotes. Sus numerosos sufrimientos los ofrecía por su santificación pues advertía que contra los ministros de Dios se desencadenaban las potencias de las tinieblas. Con sus oraciones y sus penitencias la beata se proponía atender a las debilidades de los ministros del Señor y evitar así las traiciones al amor de Jesús. 

El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos concluyó su homilía reconociendo que al final, la pasión más viva de madre Pierina era su deseo de santidad. Invitaba abiertamente a sus hermanas a la santidad y les decía que no habían sido llamadas a una vida buena sino a una vida santa. “No mujeres buenas sino santas”. “Transfigurada por la gracia y a pesar de la fragilidad y opacidad propia de la criatura, la beata Pierina de Michelli deja en la historia una huella concreta de Dios Trinidad y nos invita a todos a ver lo atractivo de la belleza divina.


fonte:ecclesia digital