quinta-feira, 31 de março de 2011

Audio-Conferencia - Los Peligros de la Teología de Karl Rahner

Karl Rahner
El problema de la Nueva Moral.
El confuso panorama de la moral de la segunda mitad de este siglo puede considerarse representado por la corriente denominada como Nueva Moral. La historia de esta corriente de pensamiento recorre tres períodos principales:
a) Un período de incubación, que va desde 1950 hasta cerca de 1968. Ya en 1948 autores como E. Michel proponían una moral conyugal distinta a las enseñanzas tradicionales de la Iglesia. Cercano a sus posiciones se ubicó el teólogo Th. Steinbüchel. Esta “Nueva Teología” moral fue inmediatamente llamada ética de situación. El Papa Pío XII, en su Encíclica Humani Generis, ponía en guardia contra los teólogos que cedían fácilmente ante el relativismo, el evolucionismo y el historicismo hermenéutico bíblico. El Santo Oficio intervino en 1952 y en 1956 condenó las nuevas opiniones teológicas; el mismo Pío XII tomó parte en la discusión moral con diversas alocuciones. Esta denominación de ética de la situación fue sustituida más tarde con términos más esfumados como Personalismo cristiano, Ética de la caridad, etc.
b) El segundo período (aproximadamente desde 1968 a 1978), se caracterizó por una verdadera afirmación y desarrollo de la Nueva Moral. Tuvo lugar con ocasión de la publicación de la Encíclica Humanae Vitae, de Pablo VI. Comenzó Bernard Häring con una declaración a los periódicos de Roma pocos días después de la aparición del documento pontificio. Inmediatamente se alineó en sus filas Charles Curran, de la Universidad Católica de Washington. Conocidos son los nombres de los teólogos que, cada vez con mayor profusión, divulgaron nuevas teorías opuestas a la enseñanza tradicional, como la opción fundamental, el consecuencialismo con sus modalidades teleológica y proporcional, la teología de la liberación con sus implicaciones morales: Peter Knauer, J. Fuchs, B. Schüller, F. Bökle, R. McCormick, etc.
En este período tomaron vigor inusitado aquellas corrientes morales ya latentes antes del Concilio: el consecuencialismo (con toda su negación de un orden moral universal y objetivo), la teología del disenso (negando el valor de la enseñanza magisterial), la teología de la liberación (reinterpretando la existencia cristiana a la luz de los principios marxistas). Al punto tal que se ha podido decir que, desde este punto de vista, esta etapa ha sido decisivamente desfavorable para la vida de la Iglesia
Sin embargo, como reconoce el mismo McCormick el verdadero viraje moral no se debe a estos teólogos propiamente moralistas, sino a la actividad teológica de Karl Rahner, S.J., quien realizó la mediación para introducir en la teología (moral en nuestro caso) católica la doctrina hegeliana y heideggeriana. Rahner, en efecto, transportó a la teología católica el existencialismo heideggeriano obrando así una nueva visión global del cristianismo. Las consecuencias que se siguieron para la teología moral de esta obra de Rahner podrían sintetizarse en las siguientes: 1º la adopción del método trascendental en la teología moral; 2º una nueva determinación de las fuentes de la teología moral (que ya no serían más ni el texto sacro, ni la tradición conservada por el magisterio, sino la comunidad histórica actual); 3º una nueva concepción de la voluntad como facultad autoproyectante con el consiguiente problema de la opción fundamental; 4º la determinación de nuevos criterios constitutivos del acto moral, que no se configuran más como conformidad con el objeto sino como “intención” (lo que terminará en el consecuencialismo); 5º una nueva concepción de la función del magisterio en materia moral………
Fuente: Los principios fundamentales de la teología moral católica - Padre Miguel Ángel Fuentes

En el libro “Examen crítico de la Teología de Karl Rahner, S.J.", Robert McCarthy, un laico tejano, afirma  que Rahner comenzó odiando esa vieja Iglesia y esa vieja Fe que por la Revelación descendió de Dios hasta el hombre. Entonces las consideró absolutamente inadecuadas para el hombre moderno, así que se puso a redescubrir Fe e Iglesia de manera que se adaptaran al hombre moderno. Así, en lugar de obrar como siempre lo hace el católico, descendiendo de Dios hasta el hombre para elevar el hombre a Dios, Rahner se puso a trabajar ascendiendo del hombre moderno hasta Dios, de manera de abajar a Dios hasta una versión de Dios que resultara aceptable al hombre moderno. Como dijera un discípulo de Rahner: «El propio Rahner ha dicho que la teología suele dar la impresión hoy en día de dar respuestas mitológicas o al menos no científicas... El teólogo solo puede superar esto... partiendo del hombre y sus experiencias.»
Por lo tanto, el hombre moderno se considera que no es un mal tipo; de hecho siente que es bastante buen tipo, así que ya puede dejar de creer en el Viejo dogma católico del pecado original y tampoco necesita creer ya más que la sobrenaturaleza divina y la gracia de Dios estén tan por encima de su propia naturaleza. Basado en este sentir o en estas “experiencias” del hombre moderno, Rahner descubre su doctrina de lo “sobrenatural existencial”, queriendo significar que, en lugar de existir un pecado original en la naturaleza humana, lo que existe es lo sobrenatural, o gracia, que existe o que es creado ¡con la naturaleza humana!
De este modo, Rahner, partiendo de ese sentimiento maravilloso de sí mismo del hombre moderno, llega enseguida a aquellas dos herejías fundamentales que, como dijera Donoso Cortés, constituyen la raíz de casi todas las herejías modernas: la negación de la sobrenaturaleza y la negación del pecado original. Ahora bien, como sacerdote y teólogo católico, Rahner no podía salir impoluto tras tamaña demolición de verdades católicas básicas. Aquí, dice McCarthy, está la explicación de la casi impenetrable oscuridad de Rahner y su invención de frases como “sobrenatural existencial". Pero lo que en el maestro es oscuro lo esclarecen los discípulos.
Pero si el hombre es tan maravilloso como para que la gracia venga increada con su naturaleza, ¿qué necesidad tiene de redención o de un Redentor? Para Rahner, como para el hombre moderno, la evolución es cierta, de modo que lo maravilloso del hombre significa que siempre está evolucionando hacia algo más elevado; o sea, que permanentemente él mismo se está superando y llegando más allá de si mismo. Jesucristo simplemente es esa persona en la que el hombre evolucionó hasta su máxima superación; esto es, hasta lo que el hombre llama ¡¡divinidad!! Y si el hombre no hubiera logrado esta autotrascendencia total en la persona del carpintero de Galilea, ¡¡la habría alcanzado o la lograría en alguna otra persona, en algún otro momento de la historia! Mediante esta doctrina de Dios que ya no desciende hasta la naturaleza humana sino que es el hombre el que evoluciona hacia la naturaleza divina, Rahner logra ensamblar la evolución y su conversión hacia el hombre, ¡pero descarta la Encarnación!

Audio-Conferencia del Padre Ignacio Andereggen.


Padre Ignacio Andereggen
Ignacio Andereggen nació en Buenos Aires en 1958. Es sacerdote de la  Arquidiócesis de esa ciudad. Licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica Argentina “Santa María de los Buenos Aires” con Medalla de Oro. Doctor en Filosofía y Doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma con la máxima calificación académica (summa cum laude). Profesor en las Facultades de Filosofía y Teología de dicha Universidad. Es profesor de Historia de la Psicología en el Pontificio Ateneo Regina Apostolorum de Roma, donde también enseña en las Facultades de Filosofía y Teología. Se desempeña como profesor titular de Metafísica y Teología en las Facultades de Filosofía y Letras y de Derecho de la UCA. Ex Investigador del CONICET de la República Argentina, es miembro correspondiente de la Pontificia Academia Romana de Santo Tomás de Aquino y de Religión Católica



Para escuchar la 2ª parte Clica Aquí…..

 
Audio-Conferencia – Los peligros de la teología de Karl Rahner

L'abito Ecclesiastico è sempre attuale e non è mai fuori moda

 
 Pontifex.Roma
 
E’ evidentissimo che gli ecclesiastici della Chiesa Cattolica soffrono di una fortissima, anzi epocale, crisi di visibilità. Ricordo che quando ero ragazzo, (non tanto tempo fa) per le strade della mia città incontravo sempre tantissimi sacerdoti, ora trent’anni dopo, uno dei rari preti che si vedono in giro sono proprio io, non perché gli altri preti siano tutti morti o abbiano lasciato il ministero oppure perché in questi anni non ci sia stato un ricambio di nuove leve ma perché non sono più esteriormente riconoscibili come preti…Viviamo in un’epoca in cui qualsiasi gruppo o categoria, anche la più piccola, rivendica la propria visibilità ed identità e cerca di esporla pubblicamente. C’è chi, come i mussulmani, fanno battaglie legali per avere il diritto di mettersi il “burqua” a scuola o in piscina. Anche le commesse ed i cuochi dei McDonald hanno una divisa come le hostess ed i piloti di aerei. Per non parlare delle categorie professionali classiche:  ...
  http://www.pontifex.roma.it/index.php/component/content/frontpage
   

LA SECOLARIZZAZIONE LITURGICA COME NEGAZIONE DEL CULTO



Ringraziamo don Matteo per averci inviato il suo contributo letto nell'ambito del convegno organizzato presso la Facoltà di Giurisprudenza dell'Università di Bari il 25 marzo scorso in occasione della visita di S.E. il Cardinal Raymond Burke. Dopo esserci disgustati con i video di ieri non possiamo non respirare un po' di aria pura. Non posso però non trattenere il dolore che nasce dalla consapevolezza che ormai la diagnosi della crisi della Chiesa in termini di secolarizzazione è più che chiara: quando e chi opererà per curare al più presto queste piaghe del Corpo Mistico di Cristo? Alcuni medici sono già al lavoro, ma più che isolati e silenziosi palliativi qui servirebbe una cura drastica e radicale! - Francesco


di don Matteo De Meo

Sicuramente la genesi di gran parte del crollo della Liturgia, a cui da decenni stiamo assistendo nella Chiesa, è da rintracciarsi in ciò che Sua Eminenza il Cardinal Raymond Leo Burke ha acutamente evidenziato all’inizio della sua Lectio magistralis: “...un’esasperata attenzione rivolta all’aspetto umano della liturgia...” ovvero la sua secolarizzazione.

Essa si dettaglia in tutti quegli infiniti e variegati tentativi di “adeguamento” tra la fede e il suo linguaggio da una parte e il mondo dall'altra, tra liturgia e mondo. Un mondo, però, che viene sempre più concepito etsi Deus non daretur. E proprio Benedetto XVI ha affermato che “la crisi ecclesiale in cui oggi ci troviamo dipende in gran parte dal culto della liturgia che talvolta viene addirittura concepita etsi Deus non daretur”.

Negli ultimi anni la secolarizzazione è stata analizzata, descritta e definita in molti modi, ma, per quanto ne sappia, nessuna di queste descrizioni ha sottolineato un punto che ritengo sia essenziale e che rivela in effetti meglio di ogni altra cosa la vera natura della secolarizzazione. La secolarizzazione, a mio avviso, è innanzitutto una negazione del culto. Sottolineo: non una negazione dell’esistenza di Dio, o di un qualche tipo di trascendenza e quindi di ogni sorta di religione. Se il secolarismo in termini teologici è un’eresia, si tratta innanzitutto di un’eresia sull’uomo. È la negazione dell’uomo in quanto essere che adora, in quanto homo adorans: colui per il quale l’adorazione è l’atto fondamentale, che allo stesso tempo “colloca” la sua umanità e la compie. È il rifiuto “decisivo” ontologicamente ed epistemologicamente, delle parole, che “sempre, dovunque e per tutti” sono state la vera “epifania” del rapporto dell’uomo con Dio, con il mondo e con sé stesso.

Questa definizione di secolarizzazione ha certamente bisogno di una precisazione. E ovviamente non può essere accettata da coloro che, assai numerosi, oggi, consapevolmente o inconsapevolmente, riducono il cristianesimo in categorie intellettuali (“credenza futura”) o in categorie etico-sociologiche (“servizio cristiano al mondo”), e che quindi pensano debba essere possibile trovare non solo un qualche tipo di adeguamento, ma anche un’armonia profonda tra la nostra “età secolare”, da un lato e il culto, dall’altro. Se i fautori di ciò che fondamentalmente non è altro che l’accettazione cristiana della secolarizzazione sono nel giusto, allora naturalmente tutto il nostro problema è solo quello di trovare o inventare un culto più accettabile, più “rilevante” per la moderna visione del mondo dell’uomo secolarizzato. E tale è, infatti, la direzione presa oggi dalla stragrande maggioranza dei riformatori liturgici. Quello che cercano è un culto le cui forme e contenuti “riflettano” i bisogni e le aspirazioni dell’uomo secolarizzato, o ancor meglio della secolarizzazione stessa. Un aspetto che ha la sua ricaduta in un vasto raggio dalla ritualità, all’arte e alla architettura sacra.

Basti pensare che la “stessa incapacità dell’uomo di oggi di rapportarsi con il mistero” diventa un criterio per realizzare nuovi spazi liturgici (vedi Chiesa di Piano s. Giovanni Rotondo); o si traduce nel tentativo di entrare in dialogo con una certa cultura definita oggi proteiforme: “...l’architettura contemporanea è fluida, cangiante, proteiforme; così come un liquido si adatta al suo contenitore, essa si conforma alla sensibilità dell’artefice. Tutte le modalità di espressione artistica sono strettamente connesse alla soggettività...”- in questi termini si esprime D. Bagliani, docente al politecnico di Torino (opinione riportata in un articolo “Nuove Chiese, progetti da premio” di L. Servadio, in merito ai tre progetti pilota di nuove chiese vincenti alla quinta edizione del concorso Cei, 2009).

Un edificio può mettere in evidenza il silenzio, un altro un certo connubio fra natura e architettura (bioarchitettura), un altro un certo collegamento tra passato e futuro; oppure può adottare semplicemente forme stravaganti: una gemma di roccia poggiata al suolo, con un ingresso che invita ad un senso di protezione, simbologie ricercate e analogie, ecc.
Allo stesso modo questa "incapacità di rapportarsi col mistero" può tradursi nell'adozione nell’ambito dell’arte sacra di un astrattismo proprio dell’arte contemporanea: l’arte nella sua astrattezza e fluidità tenderebbe pertanto ad esprimere “l’inesprimibilità” del sacro e del mistero: “...anche le parole più astratte del Signore quale, via verità e vita, potrebbero essere rivestite di forma e colore...” (vedi T. Verdon in un suo articolo comparso sull’Osservatore Romano del 12 gennaio 2008).

Sono solo alcuni esempi che ci rivelano un assoggettamento della liturgia, e quindi della stessa arte sacra e religiosa in genere, alla capacità di comprensione attuale. Il risultato è un vago spiritualismo, un simbolismo figurativo confuso e astratto, una liturgia intellettualizzata. A chiunque abbia avuto, sia pure una sola volta, la vera esperienza del culto, tutto questo si rivela subito come un semplice surrogato. Egli sa che il culto secolarista è semplicemente incompatibile con il vero culto. Ed è qui, in questo miserabile fallimento liturgico, i cui risultati terribili stiamo solo cominciando a vedere, che il secolarismo rivela il suo ultimo vuoto religioso e, non esiterò a dirlo, la sua essenza del tutto anti-cristiana.

La società è ormai pervasa da questa mentalità secolarizzata che sembra non risparmiare nemmeno la Chiesa, aggredendo particolarmente l’integrità della Liturgia. Quelli che dovrebbero essere chiaramente definiti e condannati come abusi liturgici diventano sempre più la norma. Si celebra in ogni luogo, in ogni modo, e in ogni forma. É difficile ormai trovare una celebrazione “cattolica”, nel vero senso della parola, “unica e universale”. Non entriamo poi in merito degli edifici e degli spazi liturgici, dove convivono tranquillamente, banalità sciatteria e bruttezza. É difficile definirli “casa” ancor meno “casa di Dio”. Luoghi che consacrati per il culto a Dio possono tranquillamente essere usati per qualsiasi “celebrazione”, o spettacolo, o teatro, o conferenza col risultato di far perdere definitivamente la loro identità di luogo sacro.

Ma non vorrei scadere nella mera polemica fine a se stessa!

Per cui, ripetiamo ancora una volta, la secolarizzazione non è affatto identica all’ateismo, e per quanto paradossale possa sembrare, può essere dimostrato che essa ha sempre avuto un desiderio particolare per l’espressione “liturgica”. Se, tuttavia, la mia definizione è corretta, allora tutta questa ricerca di “adeguamento” perviene ad uno scopo irrimediabilmente morto, se non addirittura senza senso. Quindi la formulazione stessa del nostro tema – “liturgie secolarizzate” – vuol mettere in evidenza, a mio avviso, innanzitutto una contraddizione interna, in termini; una contraddizione che esprime l’impossibilità stessa di una “liturgia secolarizzata”.

Rendere culto è, per definizione una azione, una realtà di dimensione cosmica, storica ed escatologica; è espressione, in tal modo, non solo di “pietà”, ma di una totalizzante “visione del mondo”. E quei pochi che si sono presi la pena di studiare il culto in generale e il culto cristiano, in particolare, (J. Ries, M. Eliade, per citare solo i più rappresentativi, che furono fra i primi nell’immediato post concilio a suonare il campanello d’allarme di una pericolosa ideologia di desacralizzazione all’interno della Chiesa stessa, e non vennero ascoltati) sarebbero certamente d’accordo che su un livello storico e fenomenologico questa nozione di culto è oggettivamente verificabile.
Il secolarismo, ho detto, è soprattutto una negazione del culto. E, in effetti, se quello che abbiamo detto circa il culto è vero, non è altrettanto vero che il secolarismo consiste nel rifiuto, esplicito o implicito, precisamente di quella concezione dell'uomo e del mondo che proprio il culto ha lo scopo di esprimere e comunicare?
http://fidesetforma.blogspot.com/

Card. Siri : "Sono legato dal segreto. Questo segreto è orribile. Potrei scrivere libri sui diversi conclavi. Cose molto serie sono accadute in quelle occasioni. Ma non posso dire nulla”. Se tutto ciò fosse vero come la mettiamo?



Il cardinale Giuseppe Siri, arcivescovo di Genova, nel conclave del 26 Ottobre 1958 venne eletto papa con il nome di Gregorio XVII ma due giorni dopo, su pressione dei cardinali francesi, fu costretto a dare le dimissioni in quanto, secondo i servizi di sicurezza del Vaticano, la sua elezione avrebbe determinato l’assassinio di diversi vescovi dietro la Cortina di Ferro comunista. La notizia, ampiamente documentata, fa parte del dossier segreto “Cardinal Siri” compilato dal Federal Bureau of Investigation (Fbi) in data 10 aprile 1961 per il Dipartimento di Stato americano.
Il dossier è rimasto secretato fino al 28 Febbraio 1994 quando, scaduti i termini della classificazione grazie alla legge Freedom of Information Act, è stato possibile accedere al documento. Il primo a leggere quel dossier segreto fu Paul L. Williams, consulente dell’Fbi e giornalista investigativo, che nel 2003 diede alle stampe il libro “The Vatican Exposed: Money, Murder, and the Mafia”, pubblicato negli Stati Uniti dalla Prometheus Books.
Secondo il resoconto di Wililams, tutto cominciò nel 1954 quando il conte Della Torre, editore dell’ “Osservatore Romano”, informò l’allora pontefice Pio XII delle simpatie che il cardinale Angelo Roncalli (che più tardi diventerà Papa Giovanni XXIII) nutriva per i comunisti. A quanto pare anche altri esponenti della cosiddetta «Nobiltà Nera’, cioè l’aristocrazia vaticana, espressero Io stesso tipo di timori al Papa.
La notizia giunse ben presto nell’ambasciata americana di via Veneto dove agenti della Cia e dell’Fbi vennero immediatamente attivati per scoprire le eventuali simpatie del cardinale Roncalli. Le indagini, inoltre, vennero estese anche a Monsignor Giovanni Battista Montini, che più tardi salirà al trono di Pietro col nome di Papa Paolo VI.
Williams a questo punto racconta che Papa Pio XII, proprio per evitare che la Chiesa potesse uscire dai suoi canoni tradizionali, indicò il cardinale Giuseppe Siri come suo successore. Siri, come ben sanno i genovesi, era fortemente anticomunista e un intransigente tradizionalista in materia di dottrina della Chiesa. Inoltre era conosciuto anche come un ottimo organizzatore.
Dopo la morte di Pio XII venne dunque il giorno del conclave. Era il 26 Ottobre del 1958 e i cardinali si riunirono in assise nella Cappella Sistina per eleggere il nuovo Papa. Ciò che avvenne in quelle ore è rimasto nella più assoluta riservatezza e lo stesso Siri preferirà tacere per tutta la vita sul suo segreto piuttosto di rivelare quanto accadde.Secondo gli agenti dell’Fbi, che quindi in qualche modo raccolsero le informazioni riservate di alcuni cardinali presenti nel conclave, al terzo ballottaggio Siri raggiunse i voti necessari e venne eletto Papa col nome di Gregorio XVII. La notizia venne subito ufficializzata con la tradizionale fumata bianca che annunciò al mondo l’ “Habemus Papam”. Non solo. Quello stesso giorno alle 18 la notizia venne annunciata con gioia dalla Radio Vaticana. L’annunciatore disse: “Il fumo è bianco...non c’è alcun dubbio. Un Papa è stato eletto”.
Ma il nuovo Papa non fece alcuna uscita in pubblico. La gente in piazza San Pietro aspettava trepidante, ma la finestra non si apriva. Ad un certo punto a qualcuno vennero dei dubbi. Vuoi vedere che quel fumo non era poi così bianco? Forse era un po’ grigio... A quel punto, per dissipare qualsiasi dubbio, Monsignor Santaro, segretario del conclave dei cardinali, annunciò che il fumo in effetti era bianco e che un nuovo Papa era stato eletto.
Ma l’attesa continuava senza alcun esito. Quella sera la Radio Vaticana annunciò che il risultato era incerto. L’indomani, il 27 Ottobre 1958, un quotidiano del Texas, “The Houston Post” pubblicò un articolo il cui titolo diceva “I cardinali hanno fallito a eleggere il Papa in 4 ballottaggi: confusione nei segnali di fumo ha causato un falso responso”.
Ma, a quanto pare, quel responso era stato invece valido. Anche al quarto ballottaggio, secondo le fonti dell’Fbi, Siri ottenne i voti necessari per essere eletto pontefice. Ma i cardinali francesi, mostrando i rapporti confidenziali dei servizi di sicurezza del Vaticano, chiesero a Siri di rinunciare al papato in quanto la sua elezione “avrebbe causato disordini e l’assassinio di diversi vescovi dietro la Cortina di Ferro”.
I cardinali proposero quindi di eleggere un “Papa di transizione” nella persona del cardinale Federico Tedeschini, ma l’interessato era in condizioni di salute troppo precarie per poter accettare. Infine il terzo giorno, l’assemblea si mise d’accordo per eleggere il cardinale Roncalli, Papa Giovanni XXIII.
Fin qui il racconto di Paul L. Wililams. Secondo un altro giornalista e scrittore francese, Louis Hubert Remy, nel conclave del 21 giugno 1963 un’altra volta Giuseppe Siri stava per essere “rieletto” Papa. Ma ancora una volta qualcuno fece osservare che la Chiesa sarebbe stata perseguitata se un personaggio come il cardinale genovese fosse mai stato eletto Pontefice. E ancora una volta Siri calò il capo lasciando il posto a Paolo VI.
Il 18 maggio 1985 Louis Hubert Remy, l’amico Francois Dallas e il Marchese de la Franquerie, personaggio molto conosciuto nella Curia romana, vennero ricevuti dal cardinale Siri nel suo studio di via San Lorenzo, a Genova. Ad un certo punto Remy domandò a Siri se era vero quanto si diceva circa la sua elezione a Papa. “Egli stette per lunghi attimi in silenzio, quindì alzò gli occhi al cielo con un senso di sofferenza e dolore, unì le mani e, pesando le parole con gravità, disse: ‘Sono legato dal segreto’ - racconta Remy - Quindi, dopo un lungo silenzio, pesante per tutti noi, disse ancora: ‘Sono legato dal segreto. Questo segreto è orribile. Potrei scrivere libri sui diversi conclavi. Cose molto serie sono accadute in quelle occasioni. Ma non posso dire nulla”.
E il suo segreto, sempre che siano vere le fonti che rivelarono quelle indiscrezioni, se lo portò nella tomba.
http://nullapossiamocontrolaverita.blogspot.com/

Il caso de Mattei: riflettere su Dio e sul male e la “dhimmitudine” laicista

Mi sono imbattuta sulla Rete in diverse fonti che attaccano lo storico Roberto de Mattei - docente presso l’Università Europea e vice-presidente del Consiglio Nazionale delle Ricerche - in ordine ad una sua recente conferenza a Radio Maria, estrapolando scientemente parole dal contesto e 'piegandone' il senso al volerle evidenziare in termini oscurantisti. Ma oltre a questo si è calcata la mano sul fatto che egli si esprimesse "in modo piuttosto anomalo per il suo ruolo" secondo "un punto di vista non particolarmente basato sulla scienza" (cito da La Stampa del 23 marzo scorso).

Non trovo per nulla estraneo al clamore mediatico sollevatosi - al quale non sono mancate persino testate televisive - il fatto che egli sia anche autore di un libro sul Concilio, che è una pietra miliare nell'ambito degli studi e ricerche che continuano a svilupparsi intorno al tema ed abbia tenuto un intervento di grande levatura nel corso del Convegno di Roma del dicembre scorso sul Vaticano secondo.

C'è anche chi è passato all'azione e si ha notizia di una petizione di benpensanti progressisti che chiedono le dimissioni di de Mattei; il che davvero ci pone nella logica dell'assurdo, che diventa possibile in un contesto in cui la cultura egemone di conio sia secolarizzato che progressista ha invaso la maggior parte degli scenari e degli ambiti della nostra vita civile e, purtroppo, anche ecclesiale.

Pur se è interessante, per riequilibrare la situazione, cogliere anche gli spazi concessi a de Mattei dal Corriere della Sera e da il Foglio, penso non si possa negare di trovarci in pieno relativismo e sia il caso di aggiungere alcune riflessioni.

Innanzitutto chi critica dovrebbe documentarsi sui testi originali [vedi], dai quali emerge un discorso ampio e articolato, di grande spessore, da cui -come già osservato- sono state semplicisticamente ma scientemente estrapolate dal contesto alcune frasi prese a sé.

Inoltre non si vede perché uno scienziato non possa essere credente e perché mai la scienza debba rispondere soltanto a criteri deterministici, chiudendosi in un dogmatismo laico e razionalista.

Del resto il prof. De Mattei ha parlato come privato cittadino e non in veste di vicepresidente del Cnr ed ha rivolto riflessioni di tipo morale e filosofico ad un pubblico di nicchia cattolica quale quello di Radio Maria. In ogni caso per rivestire una funzione pubblica non credo si debba essere per forza agnostici o aderire al "credo" evoluzionista, che pure va per la maggiore e che anche scientificamente qualche pecca la sta mostrando. Anche questo fa parte del quadro.

Nel suo intervento, che per comodità di consultazione rendo disponibile a questo link, Roberto de Mattei non si limita al discorso filosofico o morale, ma sostiene che eventi catastrofici quali i terremoti devono essere studiati e compresi nei loro meccanismi scientifici, anche per fornire alle autorità politiche le strutture e i mezzi per rendere meno terribili le conseguenze di quegli eventi, che restano tuttora imprevedibili e inevitabili. Proprio come vicepresidente del CNR, egli sa bene che è compito della scienza e degli scienziati (anche quelli del CNR) occuparsi di certe cose.

Ma egli non si ferma qui e si pone anche il problema morale e filosofico dell'inesplicabilità degli eventi, terribili e angosciosi, che ci colpiscono tutti, laici e credenti, non soltanto in occasione delle catastrofi ma anche nella quotidianità, ad esempio di fronte ai più comuni incidenti o malattie o altri avvenimenti non dominabili, di certo non sempre causati da alcuna "colpa" da parte di chi li subisce.

E’ un problema non risolto da sempre. Tuttavia, il contesto laico cerca –anche a ragione- qualcuno o qualcosa cui attribuire colpe e responsabilità: la società, i ricchi, i poveri, il governo, la storia, ecc. I cristiani, invece, nella lettura dei fatti, oltre ed al di là delle responsabilità individuabili, si riferiscono a Dio e alla possibile imperscrutabilità di ciò che accade, proprio perché ogni evento tragico reca con sé non solo una dinamica identificabile, ma anche ragioni che non sono soltanto di questo mondo.

E' fin troppo chiaro che nella limitatezza ermeneutica deterministica e laicista si nasconde il rifiuto della metafisica. Si tratta di un problema di forma e di sostanza: la modernità fa perdere chiarezza accusando il dogmatismo normativo; ma accantonare la metafisica è significato e significa accantonare la fede che è messa in un angolo. Ciò non implica che sia necessario rimanere nell'orizzonte metafisico, ma che non lo si debba mai perdere di vista pur rimanendo con i piedi ben saldi nella realtà, altrimenti avremo l'uomo ad una sola dimensione, quella materiale, deprivato di tutto ciò che lo differenzia dagli altri esseri viventi su questa terra.
"O quei diciotto, sopra i quali rovinò la torre di Sìloe e li uccise, credete che fossero più colpevoli di tutti gli abitanti di Gerusalemme?" (Luca 13,4)
Le parole di Gesù non vogliono forse dire: "Ben conoscete chi erano i diciotto di quel giorno. E ben sapete che non erano né più, né meno peccatori della maggior parte di voi. La morte violenta che avete visto con i vostri occhi non viene da Dio, ma dal male che è entrato nel mondo col peccato e la morte che ne è conseguenza. E’ contro questo che dovete lottare, in me con me e per me a partire da voi stessi.” Pertanto, il cristiano ringrazia Dio del dono gratuito che ci fa del tempo in più che ci vuole concedere (e che altri non hanno avuto, ma di certo non manca loro la Sua Misericordia, che accompagna sempre la sua Giustizia) e ne trae profitto convertendosi.

Dio ci benedica e ci dia Luce e Forza, per impedire che gli eccessi razionalistici non ci facciano profittare dei moniti che Egli ci manda e che le minacce e le incomprensioni del ‘mondo’ non ci inducano a tacere invece di difendere e diffondere la nostra Fede.
 
http://chiesaepostconcilio.blogspot.com/

La più recente consacrazione episcopale di Mons. Ratzinger come arcivescovo di Monaco e Frisinga, 24 maggio 1977

 

La più recente consacrazione episcopale di Mons. Ratzinger come arcivescovo di Monaco e Frisinga, 24 maggio 1977, la troviamo anch'essa su YouTube, e nel vederla ci rendiamo conto di quanto, nel frattempo, siano cambiati il mondo e la Chiesa.

Testo preso da: Cantuale Antonianum http://www.cantualeantonianum.com/#ixzz3HpcSS1cf
http://www.cantualeantonianum.com

A New Priest in 1951 : First Masses of Fr Joseph Ratzinger


Continuing yesterday's post on the First Masses of Fr Joseph Ratzinger, his brother Georg, and their friend Fr Rupert Berger, this is how the local newspaper, the Traunsteiner Wochenblatt, reported on the occasion of the Primiz (for an explanation of that term cf. the first post) of Fr Berger on 1 July 1951, Feast of the Precious Blood (and you just have to love the good, old-fashioned tone):

Impressive already was the procession which conducted the young man of God to St Oswald's church. Lead by the city music-band, and the banners of the associations, followed by the high clergy, there then strode the Reverend Primiziant Rupert Berger, assisted by his confrères, the Reverend Deacons Joseph and Georg Ratzinger, in solemn procession, followed by the parents and guests of the family, headed by Dr. Hundhammer, President of the Landtag [Bavarian Parliament]. The cortège was bordered by confirmation children with garlands


There were so many people - the newspaper quotes the Bavarian saying "To attend a Primiz, you may walk down a pair of soles" - that not all fitted into the church, so loudspeakers had been deployed in the town square, which was richly decorated and had been specially illumined the night before.
Here now are the pictures of the Solemn Mass, including those I already included in the first post:

The epistle:

Celebrant and ministri at the incredibly lavishly adorned high altar:
The Primizen of the brothers Ratzinger took place on the following Sunday, 8 July 1951, but the celebrations really began on the evening before: About 1000 people came to the house of the Ratzingers in Hufschlag outside Traunstein, where the youth of the parish under the Regens chori Dr. Hogger sang canons and polyphonic pieces and the city parish priest, dean Els, delivered an address. The next morning began with the Primiz of Fr Joseph Ratzinger, who together with his brother had been led in procession into the town through the festively decorated main street and received in the city square by the clergy. The First Mass of Fr Joseph Ratzinger was celebrated as a community Mass with the special participation of the youth and youth Communion [remember that in those days, very frequent Communion was still rare, and at least in Germany it was common to have regular community Masses for various groups of the parish, at which all members of that group would, having made their Confession before, receive Holy Communion]. It began at 7 a.m.
At 9.30 a.m. followed the First Mass of Georg. This was held as a Missa Sollemnis, with Jospeh as deacon, and their friend Fr Berger, the celebrant of the Sunday before, as subdeacon. The preacher was the Religion teacher Studienrat Pöhlein [in those days there were so many priests, that many of them were Religion teachers at public schools; in fact, it was common to have a priest as Religion teacher in school]. The musical setting was Haydn's Nelson Mass.
After Mass, a festive dinner was had by all in the "Sailer Keller" [in case you would also like to eat there, have a look here; they inform us that larded roast veal was served]. After that, everyone went back to church for the afternoon devotion, and to receive the Primiz blessing:
http://www.newliturgicalmovement.org/2008/02/new-priest-in-1951-part-ii.html

Quest'anno, il 29 giugno, Papa Benedetto XVI festeggerà il 60° anniversario della sua ordinazione sacerdotale . Eccezionale documento: il video dell'ordinazione sacerdotale di padre Joseph Ratzinger


 

Quest'anno, il 29 giugno, Papa Benedetto XVI festeggerà il 60° anniversario della sua ordinazione sacerdotale. In anticipo sulla data è uscito e circola in internet in questi giorni un video, piuttosto lungo e di ottima qualità, che mostra il filmato originale della celebrazione svoltasi il giorno dei Santi Pietro e Paolo del 1951 nella cattedrale di Freising. Il cardinale arcivescovo di allora, Michael von Faulhaber, ordina una quarantina di ministri sacri, tra cui i giovani fratelli Joseph e George Ratzinger. Un grazie al Blog Te igitur che segnala questo video di GloriaTv.

Testo preso da: Cantuale Antonianum http://www.cantualeantonianum.com/#ixzz3Hpg9ta00

quarta-feira, 30 de março de 2011

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03/27 - 04/03 (33)

I documenti di uffici e servizi della Diocesi di ALBENGA-IMPERIA

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I documenti di uffici e servizi della
Diocesi di ALBENGA-IMPERIA

I più recenti documenti di:      
S.E. REV.MA MONS. MARIO OLIVERI - 08/03/2011
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  S.E. REV.MA MONS. MARIO OLIVERI - 14/02/2011
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S.E. REV.MA MONS. MARIO OLIVERI - 14/12/2010
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  S.E. REV.MA MONS. MARIO OLIVERI - 10/12/2010
Messaggio per il Santo Natale 2010
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Matrimonio canonico tra una persona battezzata cattolica ed un’altra appartenente a religione non cristiana
  S.E. REV.MA MONS. MARIO OLIVERI - 09/09/2010
Comunicazione al "Congresso Catechistico Internazionale" 2002
SEMINARIO VESCOVILE - 21/04/2010
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  S.E. REV.MA MONS. MARIO OLIVERI - 01/04/2010
Omelia della Santa Messa Crismale 2010
S.E. REV.MA MONS. MARIO OLIVERI - 01/04/2010
Messaggio del Vescovo per la Santa Pasqua 2010
  S.E. REV.MA MONS. MARIO OLIVERI - 26/03/2010
Messaggio del Vescovo per la “Via Crucis” dei Giovani 2010
S.E. REV.MA MONS. MARIO OLIVERI - 11/02/2010
Lettera del Vescovo in occasione della Quaresima 1991
  AZIONE CATTOLICA - 26/01/2010
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S.E. REV.MA MONS. MARIO OLIVERI - 14/01/2010
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  F.A.C.I. - 31/12/2009
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S.E. REV.MA MONS. MARIO OLIVERI - 20/12/2009
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  S.E. REV.MA MONS. MARIO OLIVERI - 07/12/2009
Auguri Natalizi ai Lettori di “Veja Arbenga”
S.E. REV.MA MONS. MARIO OLIVERI - 07/12/2009
Messaggio Natalizio per i CAV (Centro Aiuto alla Vita)
  S.E. REV.MA MONS. MARIO OLIVERI - 28/11/2009
Esortazione del Vescovo per l'Avvento
VICARIO GENERALE - 06/11/2009
Incontri diocesani del clero 2009/2010
 
 http://www.webdiocesi.chiesacattolica.it/pls/cci_dioc_new/bd_edit_doc_dioc.elenco_doc?id_dioc=9&id_pagina=25121   CANCELLERIA - 04/11/2009
Un'iniziativa per l'anno sacerdotale

La divina Liturgia - Mons. Mario Oliveri

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Interventi di Mons. Mario Oliveri, vescovo
alla Tre giorni del Clero della Diocesi di Albenga-Imperia:
"Il mio discorso consisterà nell’esposizione di alcuni principi che vogliono essere guida per vivere e far vivere la Liturgia in modo giusto, degno e fruttuoso. Quando si parla di principi, si può essere tentati di abbreviare il discorso per giungere subito alle applicazioni pratiche o ai modi concreti di applicazione. Il discorso sui principi va invece sempre fatto con grande cura ed attenzione, ed essi vanno costantemente tenuti presenti durante il procedimento della loro pratica applicazione. Tema del mio intervento è “L’immutabile natura della Liturgia”; esso mi permette di parlare della realtà intrinseca, della sostanza della Liturgia.La definizione di Liturgia farà immediatamente comprendere perché il contenuto delle azioni liturgiche è immutabile ed illuminerà in pari tempo sul valore e sull’importanza delle forme portatrici del contenuto, e su che cosa - sul piano delle forme ed espressioni - può, e talvolta deve, essere cambiato nella Liturgia".

(Testo integrale allegato)

   Vescovo_la_divina_liturgia.pdf

http://www.cattoliciromani.com/forum/showthread.php/divina_liturgia_mons_mario_oliveri_18_20_sett-34460.html

S. Ecc. Mons. Mario Oliveri, Vescovo di Albenga-Imperia : LA RISCOPERTA DI ROMANO AMERIO



  http://2.bp.blogspot.com/_T5giWc80o0w/SPbe71zqwxI/AAAAAAAAAzE/zpuI_W1bYaU/s400/Villatalla+28+sett+2008+(155).jpg

Pubblichiamo un articolo di S. Ecc. Mons. Mario Oliveri,
Vescovo di Albenga-Imperia

apparso sul n° di giugno 2009 di
Studi Cattolici
Mensile di studi e attualità


via Stradivari, 7, 20131 Milano

L'articolo in formato pdf


La riscoperta di Romano Amerio




Nel 1985, l’Editore Ricciardi pubblicava un corposo e accurato studio di Romano Amerio, dal titolo Iota Unum - Studio delle variazioni della Chiesa Cattolica nel secolo XX. Ora, due altre Case editrici hanno annunciato la riedizione di quel libro di 656 pagine [Fede e Cultura -Verona e Lindau -Torino], 
e la cosa è vista in diversi ambienti come di notevole significato e interesse. Anche L’Osservatore Romano, che a quello studio, al suo primo apparire, non aveva dato attenzione, adesso ha mostrato interesse. Anzi, il giornale della Santa Sede aveva già riportato significativa informazione circa un Convegno di studio riguardante la personalità e l’opera letteraria, filosofica e teologica del pensatore di Lugano.
Nel 1985, l’Editore Ricciardi pubblicava un corposo e accurato studio di Romano Amerio, dal titolo Iota Unum - Studio delle variazioni della Chiesa Cattolica nel secolo XX. Ora, due altre Case editrici hanno annunciato la riedizione di quel libro di 656 pagine [Fede e Cultura -Verona e Lindau -Torino], e la cosa è vista in diversi ambienti come di notevole significato e interesse. Anche L’Osservatore Romano, che a quello studio, al suo primo apparire, non aveva dato attenzione, adesso ha mostrato interesse. Anzi, il giornale della Santa Sede aveva già riportato significativa informazione circa un Convegno di studio riguardante la personalità e l’opera letteraria, filosofica e teologica del pensatore di Lugano.

Un’opera silenziata

Al primo apparire dello studio di Romano Amerio non fu certamente soltanto L’Osservatore Romano a fare silenzio su l’opera che era stata concepita per far riflettere, per far pensare, per richiamare al rigore di ragionamento dell’intelletto umano. L’opera da moltissimi ambienti di cultura (soprattutto di cultura religiosa, di cultura teologica) era stata ignorata, condannata proprio al silenzio. Da altri ambienti, invece, ahimè, era stata pregiudizialmente bollata come scritto anti-conciliare, tipico esempio di un rifiuto del pensiero nuovo, dell’era nuova, della nuova pentecoste, della nuova primavera dello spirito; frutto di una mens che si meraviglia che da un nuovo incessante pensare nasca necessariamente una nuova azione, un nuovo modo di azione, e dunque di impostare tutta la missione della Chiesa: se la Chiesa ha di sé stessa una nuova concezione - e questo era in quel tempo il modo di ragionare dominante di molta letteratura che si presentava come cattolica -, se dal Concilio è nata una nuova ecclesiologia, perché non accogliere una nuova pastorale, nuovi metodi di azione all’interno di tale nuova Chiesa, perché non accettare che un pensiero che sempre si rinnova, che sempre si autocrea, generi un continuo cambiamento nell’azione, un progresso indefinito, verso qualcosa che resta sempre necessariamente indefinito?

Non si meravigli il lettore della descrizione dell’ambiente che prevaleva dentro la Chiesa quando l’opera di Amerio fu pubblicata. Non poteva sicuramente dare buona attenzione al pensiero di Amerio chi era ormai convinto che il Concilio Vaticano Il rappresentasse una vera discontinuità con quello che la Chiesa aveva per secoli, nel passato, insegnato, operato, vissuto. Diffusissima era la mentalità secondo la quale il Vaticano II fu davvero una rivoluzione, una svolta (cambiamento di direzione), un mutamento radicale o sostanziale (benché non si adoperasse quest’ultimo termine, poiché sostanza era un concetto appartenente a una filosofia superata, superata dal pensiero filosofico moderno ... ).
Per molti, moltissimi, il mettere a silenzio, il rifiutare il pensiero di Amerio era naturale, era anzi un dovere: nessuno poteva permettersi di ingenerare dubbi di qualsiasi natura sul Vaticano II, se non – tutt’al più - per dire che esso era stato ancora troppo prudente, e che quindi era necessario andare oltre, poiché sempre si deve andare oltre.

Ragionamento sempre lineare

Se qualcuno ritenesse eccessivo questo discorso, avrebbe senz’altro la possibilità di tentare di mostrare il perché la pensa in tal modo. Così, quelli che ritenevano, allora, eccessivo il ragionamento di Romano Amerio (in verità sempre lineare, sempre ben articolato, di immediata comprensione) avrebbero potuto instaurare un dialogo (che peraltro propugnavano come la vera formula di ogni progresso nel pensiero e nell’azione e nel trovare la concordia), avrebbero potuto tentare di dimostrare perché la filosofia che sottostava a tutte le pagine di quel libro non era più accettabile, benché fosse stata la filosofia comune all’interno della Chiesa, per secoli, superando cambiamenti storici (sempre accidentali), epoche molto travagliate nella vita della Chiesa e nella vita del mondo. Non lo fecero: tacquero o rifiutarono in blocco, senza dire le ragioni del rifiuto.

Perché ora, qui e là, sembra esservi a riguardo del pensatore di Lugano una qualche attenzione, un atteggiamento un poco mutato?
Forse perché, almeno in certi ambienti ecclesiali (non però sicuramente in tutti) ci si sta accorgendo, e quasi si sta costatando, che senza continuità di pensiero, e quindi nell’azione; che senza continuità nella conoscenza e nell’adesione alla verità conosciuta, non è possibile fare un discorso serio su alcuna cosa, non è possibile dire una parola che valga la pena di ascoltare, di credere, di trasmettere, di farne la base per l’umano comportamento, per l’umano vivere?

Continuità della Tradizione

Si sta forse prendendo atto che là dove il Concilio Vaticano II è stato interpretato come discontinuità con il passato, come rottura, come rivoluzione, come cambiamento sostanziale, come svolta radicale, e dove è stato applicato e vissuto come tale, è nata davvero un’altra chiesa, ma che non è la Chiesa vera di Gesù Cristo; è nata un’altra fede, ma che non è la vera fede nella divina Rivelazione; è nata un’altra liturgia, ma che non è più la Liturgia divina, ma che non è più la Liturgia tutta intessuta di Trascendenza, di Adorazione, di Mistero, di Grazia che discende dall’Alto per rendere davvero nuovo l’uomo, per renderlo capace di adorare in Spirito e Verità; si è andata diffondendo una morale della situazione, una morale che non è ancorata se non al proprio modo di pensare e di volere, una morale relativistica, a misura del pensiero non più sicuro di nulla, perché non più aderente all’essere, al vero, al bene.

Se i timidi segnali di interesse e di considerazione nei confronti di un pensatore che fu mosso da amore per la verità e dunque da amore per la Chiesa, la quale non ha innanzitutto da compiere alcunché se non trasmettere la Verità della divina Rivelazione (e tutto quello che essa comporta), come è stata recepita e vissuta nel corso dei secoli dalla Chiesa di Gesù Cristo, guidata dallo Spirito Santo, ha rilevato con assoluta onestà le variazioni della Chiesa cattolica del secolo XX, ne ha mostrato l’incongrucnza con la Traditio Ecclesiae, con quanto cioè nei secoli era stato dalla Chiesa creduto, insegnato, trasmesso con un linguaggio che non può dire nova (cose nuove, verità nuove), ma tutt’al più nove (in modo nuovo); se tali segnali di interesse e considerazione sono segni reali e dovessero ancor crescere diffusamente, si potrebbe sperare che i tempi del disorientamento in molta Filosofia e in altrettanta Teologia stiano per essere superati per lasciare spazio a un pensiero corrispondente alle essenze, alla realtà delle cose, alla sostanza delle cose, sostanza che non muta, che non può mutare, neppure quando mutano gli accidenti, le forme esterne, le espressioni contingenti, che non costituiscono il quid est di una cosa.

È tuttavia assai dura a morire la mentalità secondo la quale il Concilio Vaticano II sia stato quasi una rifondazione della Chiesa nei tempi moderni, e che con esso la Chiesa abbia fatto pace con il mondo, si sia rappacificata con la modernità, con la filosofia diventata quasi esclusiva negli ultimi secoli, secondo la quale tutto è sempre in fieri, tutto si evolve, tutto dipende dal pensiero creativo dell’uomo, tutto è in suo totale potere.

Non solo interpretazioni

Un’altra idea, molto diffusa, continua a essere sostenuta: quella secondo la quale ci sarebbero state senza dubbio delle variazioni di rilievo, negative, dopo il Concilio Vaticano Il, ma esse sarebbero esclusivamente dovute a erronee interpretazioni del Vaticano II, il quale dovrebbe considerarsi tutto perfetto in sé stesso e che non conterrebbe nei suoi testi nulla, assolutamente nulla, che possa dar adito a cattive interpretazioni.
Questo modo di pensare non tiene conto che i cattivi interpreti, postconciliari, del Concilio, hanno - non pochi - lavorato dentro il Concilio, i cui testi mostrano in diversi punti l’influsso dei novatores: in diversi testi sta qualche radice che favorisce la cattiva interpretazione.
Peraltro coloro che si appellano al cosiddetto «spirito del Concilio» per superarne la lettera, per giustificare l’ermeneutica della discontinuità radicale, sarebbero così poco intelligenti e avveduti da creare il loro ragionamento partendo dal nulla, dall’inesistente? O partendo da documenti - quelli del Concilio - che con nessuna delle loro espressioni potrebbero far pensare a novità rispetto al Magistero della Chiesa nei secoli, negli ultimi secoli, nell’ultimo Pontificato prima del Vaticano Il?

Nei documenti conciliari non vi sarebbe proprio traccia di quella mentalità che esisteva chiaramente all’interno del Concilio e che il cardinal Joseph Ratzinger descrive nel suo libro-autobiografia (La mia vita) in questi termini: «Sempre più cresceva l’impressione che nella Chiesa non ci fosse nulla di stabile, che tutto può essere oggetto di revisione. Sempre più il Concilio pareva assomigliare a un grosso parlamento ecclesiale che poteva cambiare tutto e rivoluzionare ogni cosa a modo proprio ... Le discussioni conciliari venivano sempre più presentate secondo lo schema partitico tipico del parlamentarismo moderno» (pp. 97-98). «Alla fine “credere” significava qualcosa come “ritenere”, avere un’opinione soggetta a continue revisioni» (p. 90).

Dal fenomeno al fondamento

A questo punto, sono contento di poter riprodurre per i lettori della prestigiosa rivista Studi cattolici quanto scrivevo, nel 2005, a modo di prefazione al libro Romano Amerio. Della verità e dell’amore (Marco Editore), di Enrico Maria Radaelli, con Introduzione del prof. Antonio Livi:
«La persona e l’opera intellettuale di Romano Amerio inducono a riflessione; toccano l’essenza della Filosofia e dunque della Teologia. La vera intelligenza della fede non può aversi se non all’interno di un pensiero che ha come suo oggetto la verità, e altresì la certezza della possibilità di raggiungere la verità e di conoscere la verità, di raggiungerla con corretto ragionamento razionale o di accoglierla dall’alto, dopo aver compreso che tale verità va accolta e che essa mai è contro l’intelligenza.
«Non è infatti contro l’intelligenza aderire a una verità superiore all’umana intelligenza, superiore all’umano procedere delI’intelligenza, ma illuminante le reali profondità dell’essere, e che eleva la conoscenza dell’uomo sino a raggiungere la Verità di Dio, della sua divina Parola, del suo Verbo.
«Romano Amerio fu mirabilmente convinto che fede e intelligenza debbono necessariamente incontrarsi, non possono mai essere in contraddizione e in vero contrasto. Egli capì in maniera davvero chiara che non si fa Teologia senza la vera Filosofia, e che questa non perde nulla della propria natura che le viene da Dio, quando si lascia illuminare dalla Verità di Dio, dalla Verità rivelata.
«Tutto il filosofare di Romano Amerio è guidato da fondamentali certezze, senza le quali non è più possibile intendersi, trasmettere la conoscenza di ciò che è, non di ciò che appare. Ecco perché filosofare è sempre un “passare dal fenomeno al fondamento”, come giustamente rileva Antonio Livi; è un passare dall’apparenza delle cose alla sostanza od essenza delle cose; è sempre un superamento degli accidenti per giungere alla sostanza; è sempre un superare ciò che muta, che si presenta in mutevoli modi e forme, per cogliere l’immutabilità dell’essere, dunque dell’essenza. delle cose. È dall’immutabilità dell'essenza delle cose che dipende l’immutabilità della conoscenza, dunque della verità, delle cose.
«Abbiamo perciò il primato dell’essere, abbiamo il primato della verità, abbiamo il primato della conoscenza, abbiamo il primato dell’intelligenza sulla volontà e sull’azione (“nihil volitum quin precognitum”). L’“agere sequitur esse”, l’agere deve conformarsi all’esse, deve conformarsi alla verità.
«Da quanto detto, si comprende perché Romano Amerio, da filosofo e da credente, da cristiano, da cattolico, non ha potuto distogliere il suo sguardo da certi modi di fare teologia, da certi modi di fare magistero all’interno della Chiesa; non ha potuto - poiché allora avrebbe tradito la verità e il bene - disinteressarsi della vita della Chiesa, che non è più concepibile nella sua vera essenza se non deriva dalla Verità e se non tende alla Verità, alla perfetta trasmissione e conoscenza della Verità di Dio.
«Egli fu tra i più convinti che non sono possibili mutamenti sostanziali nella conoscenza della verità e tanto meno nella trasmissione della Verità rivelata; non sono perciò possibili rivoluzioni e mutamenti sostanziali nella verità e nella vita della Chiesa. Ciò che muta è accidentale, mai sostanziale; mutano gli accidenti, non le essenze.
«I suoi scritti, il suo amore alla verità e alla Chiesa, furono da molti non accolti bene, giudicati male, non compresi. Essi meritano una migliore, più spassionata, più vera conoscenza. Il suo severo giudizio sulle nuove impostazioni teologiche, e talora anche su certe posizioni magisteriali degli ultimi decenni della vita della Chiesa, partiva da convinzioni di ragione c di fede che tenevano conto sia del retto filosofare sia della totale Traditio Ecclesiae, che è la vera garanzia circa la conoscenza della Verità rivelata.
«Egli ebbe anche lucida conoscenza delle condizioni dentro le quali il magistero della Chiesa diventa sicura garanzia della Verità rivelata. Quelle condizioni debbono verificarsi tutte, perché l’intelligenza possa comprendere che deve piegarsi alla Verità, che è tanto più alta e vincolante quanto più essa è superiore all’umana intelligenza».


† Mario Oliveri
Vescovo di Albenga-Imperia
 
http://www.unavox.it/ArtDiversi/div098_Oliveri_Amerio.html

Mons. Mario Oliveri : APRESENTAÇÃO DO MOTU PROPRIO «SUMMORUM PONTIFICUM» INDICAÇÕES PARA A SUA APLICAÇÃO NA DIOCESE

http://www.introiboadaltaredei.info/images/ves.JPG
APRESENTAÇÃO DO
MOTU PROPRIO «SUMMORUM PONTIFICUM»

INDICAÇÕES PARA A SUA APLICAÇÃO NA DIOCESE




Mons. Mario Oliveri
Bispo de Albenga-Imperia (Itália)


A fim de contribuir para a compreensão do Motu proprio «Summorum Pontificum» do Papa Bento XVI, temos o gosto de oferecer aos nossos leitores a Nota pastoral de Mons. Mário Oliveri, membro da Congregação para o Culto Divino e a Disciplina dos Sacramentos, publicada no site da diocese (o assinalado a negro é do original).

A reflexão que fizemos esta manhã sobre a natureza imutável da Liturgia torna fácil e expedita a compreensão do significado e do valor do Motu Proprio «Summorum Pontificum» acerca da celebração da Santa Missa na forma ordinária segundo a reforma do Missal promulgada pelo Papa Paulo VI, e na forma extraordinária segundo o Missal de 1962 de João XXIII, que introduziu simples alterações em relação ao Missal de S. Pio V, ou melhor, que introduziu as alterações verificadas no Pontificado de Pio XII.
O significado e o valor – em minha opinião, de importância fundamental – do Motu Proprio de Bento XVI consiste em ter lembrado, implicitamente e embora «non expressis verbis», que a reforma litúrgica, desejada e requerida pela Constituição Conciliar «Sacrosanctum Concilium», e depois realizada no Pontificado de Paulo VI, não mudou a natureza ou a substância da Divina Liturgia, não tocou – não quis fazê-lo nem o podia fazer – aquilo que pertence à essência do Divino Sacrifício da Santa Missa: intacta permaneceu a Santa Missa naquilo que ela é por instituição divina, intacta permaneceu a sua natureza sacrificial (de verdadeiro sacrifício, de verdadeira re-presentação sacramental do Sacrifício do Calvário, como antecipado pelo próprio Cristo na Última Ceia), da Santa Ceia sacrificial de Cristo com os seus discípulos, com aqueles que Ele tinha escolhido para que fossem os seus Apóstolos, com aqueles que por sua vontade tinha chamado para virem a ser capazes de tornar presente o Mistério de Cristo Salvador, no tempo e no espaço, «donec veniat», até à realização do Reino.
Intacto portanto, e absolutamente indispensável a fim de que se realize sacramentalmente o Sacrifício de Cristo, permaneceu o ministério querido pelo Senhor Jesus, o ministério do Sacerdócio santo, participação do seu Sacerdócio, através do qual somente pode tornar-se presente o Mistério de Cristo, pode constituir-se a Nova e Eterna Aliança, pode constituir-se o Povo da Nova e Eterna Aliança, pode celebrar-se o culto espiritual agradável a Deus.
A reforma litúrgica deixou intacta a necessidade de que todos os ritos e sinais litúrgicos manifestem o verdadeiro conteúdo e a verdadeira natureza de cada autêntica acção litúrgica, manifestem, a saber, que a Liturgia, e de maneira eminente e suprema a Santa Missa, é acção de Cristo, é acção que acontece através do ministério sacerdotal, é acção toda dirigida para Deus, para a Santíssima Trindade, é acção que implica todos aqueles que, regenerados pela Graça da Redenção, se tornam capazes para serem, em Cristo, oferta agradável ao Pai, se tornam verdadeiramente objecto da complacência do Pai (o Qual põe no Filho toda a sua complacência, complacência que se verte sobre todos aqueles que são do Filho, que são de Cristo).
Quem poderia com razão negar que todas estas características se manifestavam com evidência na Celebração da Divina Liturgia antes da reforma litúrgica?
Tornaram-se elas menos evidentes com a reforma litúrgica? Se aqui e além, ai de mim, aconteceu, não é certamente por razão da vontade do Concílio e da Autoridade da Sé de Pedro que aprovou a reforma litúrgica, mas é porque a interpretação e a aplicação concreta das alterações geradas pela reforma litúrgica, aqui e além, da parte de não poucos, não foram realizadas segundo a letra, nem segundo a «mens» da Constituição Conciliar, aconteceram sob o influxo e o impulso de uma visão litúrgica incompleta e por vezes também errada (quase como se fosse realmente mudada a concepção do que é a Liturgia, do que é a Santa Missa). Porventura não teve o Papa João Paulo II, com a Encíclica «Ecclesia de Eucharistia», de insistir com força no carácter sacrificial da Santa Missa, na verdade da admirável «transubstanciação», e consequentemente na verdade da presença na Eucaristia, verdadeira, real e substancial do verdadeiro Corpo e do verdadeiro Sangue de Cristo, portanto de Jesus Cristo vivo e verdadeiro, portanto do seu verdadeiro Sacrifício, portanto do verdadeiro Pão da Vida eterna?
Por que razão, segundo a verdadeira reforma litúrgica, se teria – por exemplo – tornado necessário celebrar também a parte mais especificamente eucarística da Santa Missa, isto é, a parte consacratória e sacrificial, de modo que o Sacerdote celebrante esteja voltado para a assembleia? Com base em que justificação, de textos conciliares e pós-conciliares, quem tivesse continuado a celebrar aquela parte da Missa não voltado para o povo era considerado como procedendo contra a reforma do Concílio? Contra o Concílio?
Se, portanto, a reforma litúrgica não pode ser expressiva de mudança de fé e de doutrina (acerca do Sacrifício da Missa, acerca da verdadeira natureza da Liturgia, acerca da diferença essencial entre o Sacerdócio ministerial e o sacerdócio baptismal ou comum de todos os fiéis, de todo o povo de Deus, acerca da adoração devida à Eucaristia na celebração e fora da celebração, acerca – numa palavra – de tudo aquilo em que Igreja acreditou, professou e ensinou até ao Concílio Vaticano II), se a reforma litúrgica não pode ser expressiva de mudança radical e substancial , então é legítimo e necessário perguntar-se e compreender bem qual é o fim por que o Concílio Vaticano II quis a reforma litúrgica, por que quis que nos ritos, bem como nos sinais e nas acções litúrgicas, fossem introduzidas alterações (alterações não substanciais, de modo a não tocarem no conteúdo imutável da Divina Liturgia).
As alterações e as adaptações queridas pelo Concílio deveriam ser idóneas para favorecerem a compreensão daquilo que verdadeiramente acontece na Liturgia e a frutuosa participação de todos os fiéis nos frutos sacramentais, espirituais e divinos, da Liturgia. As correcções deviam ser de molde a alcançar e mover o ânimo dos fiéis de modo a poderem acolher com toda a alma a acção divina que se realiza na Liturgia por meio dos sinais sacramentais, por meio do mistério sagrado, «pela mão dos ministros» (como diz uma das belas expressões da Tradição Litúrgica da Igreja).
Era certamente oportuno que as alterações mostrassem algumas características da acção litúrgica (sobretudo da Santa Missa), na verdade não abolidas do modo com que a Liturgia era celebrada até então, mas que se tinham tornado menos perceptíveis, a não ser com o auxílio de boa catequese e de subsídios adequados (como o de providenciar pequenos missais traduzidos na língua falada pelo povo). Sobretudo, era oportuno que as alterações sublinhassem que a acção litúrgica, acção divina que se torna presente mediante o ministério sacerdotal, deve implicar e tornar participantes a mente e o coração de toda a assembleia, que se torna não só espiritualmente, mas também visivelmente activa.
A reforma litúrgica não teve outra verdadeira intenção senão a de aproximar o mais possível todos os fiéis da riqueza sobrenatural, imutável, da Divina Liturgia, da celebração dos Divinos Mistérios, como a Igreja tinha sempre guardado e proposto para a salvação eterna de quem, por meio da fé e dos sacramentos, pode na verdade tornar-se nova criatura em Cristo, membro do Povo da Nova e Eterna Aliança, filho adoptivo de Deus, herdeiro da vida eterna.
Mas é óbvio que tal processo de verdadeira participação nos Divinos Mistérios não se alcança somente por meio das alterações ao rito litúrgico, mas requer catequese adequada, requer o recurso a tudo aquilo que favorece a fé e a consciência do povo cristão acerca daquilo que verdadeiramente se realiza na celebração da Divina Liturgia.
A aproximação da Liturgia à vida do Povo de Deus não acontece se ela toma gestos e palavras e modos de expressão mais semelhantes a quanto está em uso na vida profana do homem, na sua vida no século, mas se o Povo compreende melhor que o verdadeiro conteúdo dela é tal que torna nova a sua vida, torna santa a sua vida, torna a sua vida conforme ao desígnio salvífico de Deus, torna-o portanto capaz de transcender a vida no tempo e no espaço, introduzindo-o no íntimo do cumprimento do Eterno Mistério da Vontade de Deus. A liturgia, e portanto a própria Igreja, é viva quando faz viver os fiéis da vida divina, quando transmite os dons sobrenaturais da Graça Divina, quando através dos seus sinais e palavras (sinais e palavras tomados da Divina Revelação e da vida da Igreja e da sua sabedoria sobrenatural), alcança o ânimo do homem, o agarra, o possui elevando-o para que ele alcance o cumprimento da sua divina vocação.
As alterações em matéria tão grave e tão vital para a fé e para a vida cristã, a fim de a sustentar e a alimentar, são sempre introduzidas e aplicadas com temor e tremor, nunca levianamente, nunca superficialmente, nunca dando sequer a mínima impressão de querer imitar aquilo que acontece na vida do mundo, aquilo que pertence à vida profana.

Albenga, 19 de Setembro de 2007


Que o Concílio Vaticano II não tenha querido mudar, nem tenha de facto mudado, a doutrina da Igreja sobre a Igreja e, por conseguinte, sobre tudo o que pertence à sua verdadeira realidade, foi reafirmado pelas respostas às questões, respeitantes sobretudo à correcta interpretação da expressão da Constituição «Lumen Gentium»: «Ecclesia Christi subsistit in Ecclesia catholica», publicadas com data de 29 de Junho de 2007 pela Congregação para a Doutrina da Fé.