segunda-feira, 30 de janeiro de 2012

Mons. Mario Oliveri, Obispo Albenga Imperia, a los Sacerdotes y Diáconos: muchos de vosotros no han asumido y expresado una justa actitud de mente y corazón a la posibilidad, dada a los fieles en el Motu Proprio "Summorum Pontificum" del Papa Benedicto XVI, de la celebración de la Santa Misa "con la Forma Extraordinaria", según el Misal del beato Juan XXIII, promulgado en 1962.



Su Excelencia Rvdma. Mons. Mario Oliveri, a los Sacerdotes y Diáconos


Carta sobre el Motu Proprio "Summorum Pontificum", del Papa Benedicto XVI
sobre la celebración de la Santa Misa



Queridos sacerdotes y diáconos,

Es con gran amargura de ánimo que he podido constatar que muchos de vosotros no han asumido y expresado una justa actitud de mente y corazón a la posibilidad, dada a los fieles en el Motu Proprio "Summorum Pontificum" del Papa Benedicto XVI, de la celebración de la Santa Misa "con la Forma Extraordinaria", según el Misal del beato Juan XXIII, promulgado en 1962.

En "Los tres días del clero" en septiembre de 2007, dije alto y claro cuál es el valor y el verdadero significado del Motu Proprio, cómo se debe interpretar y cómo se debe acoger, con la mente abierta al contenido magisterial del documento y con una voluntad pronta de una obediencia convencida. La toma de posición del Obispo no faltaba a su sosegada autoridad, convalidada por su plena concordancia con un acto solemne del Sumo Pontífice. La toma de posición del Obispo está fundada en la racionalidad de sus argumentos teológicos sobre la naturaleza de la Divina Liturgia, la inmutabilidad de la sustancia en su contenido sobrenatural, y también fundada en su relieve de orden práctico, concreto, de buen sentido eclesial.

Las reacciones negativas al Motu Proprio y a las indicaciones teológicas y prácticas del Obispo son casi siempre de carácter emocional y dictados por el superficial razonamiento teológico, es decir, una visión de la "teología" más bien pobre y corta de miras, que no procede y no alcanza la verdadera naturaleza de las cosas que se refieren a la fe y la acción sacramental de la Iglesia, que no se nutre por la constante Tradición de la Iglesia, tomando en su lugar los aspectos marginales o al menos los asuntos incompletos de la cuestión. No sin razón, tuve, en los tres días citados, que preceder a la indicación de las directrices operativas y los principios para guiar la acción de una exposición doctrinal sobre la "naturaleza inmutable de la Liturgia."

He sabido, que en algunas zonas, por diferentes sacerdotes y párrocos, ha habido también una manifestación de casi burla de los fieles que han solicitado aprovechar la facultad, de hecho el derecho, de tener la celebración de la Misa en su forma extraordinaria; y así como una expresión de desprecio, casi de hostilidad hacia los compañeros sacerdotes dispuestos a comprender y adaptarse a las necesidades de los fieles. También frente a una oposición y renuncia, no muy serena, tranquila y razonada (aunque bien razonada no podía ser), para publicar el aviso de la celebración de la Misa en su "forma extraordinaria" en determinada iglesia, en determinados horario.

Pido que sea depuesta toda actitud no conforme a la comunión eclesial, a la disciplina de la Iglesia y la obediencia convencida debida a los importantes actos de magisterio o de gobierno.

Estoy convencido de que mi petición será acogida en un espíritu de respeto filial y de obediencia.

Siempre con referencia a la intervención del Obispo en "Los tres días del clero", en 2007, debo todavía insistir en la correcta aplicación de las indicaciones dadas por el Obispo sobre la buena disposición que debe tener todo el espacio de la iglesia que acertadamente se llama "Presbiterio". Las indicaciones acerca de "la reorganización del presbiterio" y la posición del altar fueron posteriormente incluidas en el folleto "Divina Liturgia", en las páginas 23-26.

Esas indicaciones, a más de cuatro años de distancia, no se han aplicacado en todas partes y por todos. Eran y son indicaciones razonables, fundados sobre los buenos principios y criterios de orden general, litúrgico y eclesial. Yo les he dado tiempo con el fin de que los sacerdotes y sobre todo los párrocos, hablasen con los Consejos Pastorales Parroquiales y de Asuntos Económicos, así como la oportuna catequesis litúrgica para los fieles. Aquellos que no habían considerado las indicaciones adecuadas o difíciles de aplicar, podrían haber tratado con el Obispo, con el ánimo abierto para una mejor comprensión de las razones que llevaron al obispo a darlas, para que se pusiesen en práctica lo más homogéneamente posible en todas las iglesias de la diócesis. Ciertamente no son contrarias a las normas y tampoco al "espíritu" de la reforma litúrgica que se llevó a cabo en el post-Concilio y partiendo del Vaticano II. Si alguno tenía fundadas dudas habría podido expresarlas con sinceridad y con apertura al sereno razonamiento, y con la voluntad dirigida a la obediencia, después que la mente hubiese tenido una mayor iluminación.

Estimo que ahora ha pasado mucho tiempo de espera y de tolerancia, y ha llegado el momento de la ejecución de aquellas indicaciones por parte de todos, entonces es el momento de la ejecución de todas las indicaciones, con el fin de llegar a la próxima Pascua, con todos los presbiterios reorganizados, o por lo menos con el estudio de la reorganización definitivamente comenzado, donde la reorganización requiere algunas dificultades de aplicación.

Es evidente que la no aplicación de las indicaciones, en el tiempo que he mencionado, se consideraría una desobediencia explícita. Sin embargo confío y espero que esto no ocurra.

Me aflige haber tenido que escribir esta carta, asegurándoos de que la sentiré como no escrita, si ha sido bien recibida y positivo efecto.

Esta carta lleva consigo todos mis deseos de un fortalecimiento y revitalización de nuestra comunión eclesial y de nuestro deseo común de cumplir nuestro ministerio con renovada fidelidad a Cristo y a su Iglesia.

Finalmente le pido oren mucho por mí y por mi ministerio apostólico, y con todo mi corazón os bendigo.


Albenga, 1 de enero de 2012, Solemnidad de Santa María Madre de Dios

Mons. Mario Oliveri, Obispo de Albenga-Imperia

Traducido por Pro Misa Tradicional en Ciudad Real
Tomado de la web de la Diócesis de Albenga-Imperia.fonte